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Marçal Rocías: «Los primeros 15 minutos hay un 80% de probabilidad de encontrar a la víctima de avalancha con vida»

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El guía de montaña Marçal Rocías (Fotografía: Elena Pardo)

El guía de montaña Marçal Rocías (Fotografía: Elena Pardo)

El guía de alta montaña ha realizado en la estación de Masella un taller práctico de autorescate en caso de avalancha, con motivo de la segunda edición de la Jornada de Medicina de Urgencias en Montaña

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Vídeo resumen de la formación de autorescate en caso de avalancha del guía de montaña Marçal Rocías

Las acciones que se desarrollan después de una avalancha pueden salvar la vida a la persona sepultada. El guía de alta montaña Marçal Rocías ha realizado este martes 5 de marzo, en la estación de Masella, un taller introductorio de autorescate en caso de avalancha con la ayuda de un DVA (Detector de Víctimas de Avalancha), una sonda y una pala, con motivo de la II Jornada de Medicina de Urgencias en Montaña. Rocías ha señalado que, cuando se produce un desprendimiento de nieve, «los primeros 15 minutos hay un 80% de probabilidad de encontrar al sepultado con vida», pero que las posibilidades de supervivencia «decrecen exponencialmente» a medida que el reloj avanza.

En una situación de avalancha, «el tiempo va claramente en contra de la vida de la persona», comenta el guía de montaña. Es «fundamental» que los acompañantes sean «ágiles y efectivos» porque, «en caso de delegar la función de rescate en equipos organizados (bomberos, mozos de montaña, pisters de la estación…), a pesar de que son muy resolutivos, el tiempo de intervención nunca está dentro de los quince minutos«, señala Rocías. «Por eso es importantísimo tener conocimientos de autorescate», añade el técnico deportivo.

Funcionamiento del DVA

Rocías explica que el DVA se trata de una «tecnología de radiofrecuencia muy antigua» que fue utilizada por primera vez por el ejército suizo durante la Segunda Guerra Mundial. «Todas las personas que frecuentamos el alta montaña tendríamos que llevar un DVA, una sonda y una pala», recomienda el guía. Porque, aunque hay varias marcas y modelos, este dispositivo emite siempre con la misma frecuencia internacional estándar, 457kHZ.

Para que la búsqueda de una persona sepultada sea efectiva, hace falta que todos los integrantes del grupo que circulan por la montaña (se entiende por circular practicar cualquier deporte que implique un peligro de avalancha), lleven encima su propio DVA y sepan cómo funciona. Hay «dos formas correctas de llevarlo»: en el bolsillo del pantalón, con la pantalla mirando hacia adentro, o en un arnés de pecho especialmente diseñado para lo cual, en la primera capa de ropa. «Si lo llevo en el abrigo, en la última capa de ropa, la avalancha me lo podría arrancar. Además, si tengo calor y me saco la chaqueta, puedo cometer el error de también desprenderme del DVA», advierte el guía.

Una vez colocado adecuadamente, lo que se tiene que hacer es un «control de DVA«, que consiste en que una persona del grupo pone el DVA en recepción y el resto pone los DVA en emisión. «Yo siempre hago una hilera y pongo mi DVA en emisión y, uno por uno, pasan ante mí con su DVA, que hace un pipipi muy característico y agudo cuando se acerca a mi dispositivo y funciona correctamente», señala Rocías. Pero este protocolo de seguridad tiene «una carencia», manifiesta el guía. «Es trabajo del resto del grupo recordarme que vuelva a poner mi DVA en emisión y me lo ligue de manera correcta al arnés», dice el guía de montaña.

Simulación de avalancha

Una vez realizada la parte más teórica del taller, Rocías pide a los alumnos imaginarse que ha habido una avalancha y hay un compañero sepultado. «Si todos ponemos nuestros DVA en búsqueda, esto se convierte en una olla de grillos, por lo que solo busca una persona», comenta el guía. «Una vez asignada la persona que llevará a cabo la búsqueda, se tiene que denominar a un vigía, quien se quedará quieto mirando pendiente arriba para dar la señal de alerta al resto del grupo en caso de otra avalancha», detalla el profesional.

En caso de accidente en otras circunstancias, el protocolo a seguir es el de Prevenir-Avisar-Socorrer (PAS), pero como en la montaña «puede no haber cobertura para hacer una llamada» y, en caso de avalancha, «nos tenemos que imaginar que una persona se está ahogando», lo que se debe hacer es «socorrer y después avisar, o, si somos varios integrantes al grupo, hacer estas tareas de manera simultanea», describe Rocías. La información mínima que tiene que dar el encargado de contactar con el 112 es «donde está, que ha pasado y cuántas personas hay afectadas».

Comienza la búsqueda

La búsqueda de la víctima de avalancha se divide en tres fases: primaria, secundaria y final. «Una avalancha deja un rastro evidente, parecido al de las rocas cuando se desprenden de una pared. Es en la zona de nieve desordenada donde estará la persona enterrada», explica Rocías. «Pero además, tenemos que descartar que pueda estar a los flancos de la avalancha, por lo cual dejaremos de 2 a 5 metros de margen por lado y 10 metros por debajo del depósito, que es donde acaba la avalancha», apunta el guía. «Hay avalanchas que se desplazan a gran velocidad y que tienen la energía suficiente para propulsar al sepultado por debajo de la nieve», describe el experto, «a pesar de que no son frecuentes en el Pirineo».

Rastro de nieve movida que deja una avalancha (Imagen: Roger Mountain Guide)

Lo que tiene que hacer la persona encargada de buscar al sepultado es poner el DVA en recepción y desprenderse de cualquier dispositivo, como el móvil, que pueda generar interferencias. «Los DVA tienen de media un alcance máximo de cuarenta metros y son muy sensibles a otras ondas», apunta Rocías. Durante la búsqueda primaria, se tiene que realizar un primer pase rápido en forma de Z por el cono de la avalancha con el DVA paralelo al suelo y cerca de la oreja. «Tenemos que ir de flanco a flanco y hacer un barrido rápido hasta escuchar una primera señal», comenta el profesor.

Seguidamente, después de que el DVA haya emitido el primer sonido, se tienen que hacer movimientos más lentos y mirar la pantalla, donde aparece una flecha y una serie de números (la distancia que marca el aparato es el recorrido de la onda completa y no de manera unidireccional, Imagen 2). «Desde que marque un 10 y hasta el 3, tendremos que bajar todavía más el ritmo porque quiere decir que estamos cerca de la víctima», explica Rocías.

Indicaciones que aparecen en la pantalla del DVA en recepción cerca del DVA en emisión de la persona sepultada (Imagen 2: guiasnevada.com)

Por debajo del número 3, se pasa a la última fase, y se tiene que ir muy despacio y casi tocando la nieve. «A partir de la cifra más baja señalada por el DVA (por ejemplo, 0,3), el movimiento ya no es en Z, sino en cruz. Tenemos que alejarnos lentamente hasta que vuelva a aparecer una cifra claramente superior (0,6) y después volver hacia el lugar donde marcaba un número más bajo, porque así tendremos muy delimitado el radio de búsqueda (Ver video que aparece bajo el titular)», detalla el guía de montaña.

En caso de que hubiera dos personas sepultadas, el DVA dará prioridad a detectar el DVA de la persona más próxima. Cuando se encuentre en la primera persona se tiene que marcar al dispositivo como «localizada». A partir de este momento, el DVA del individuo que busque ignorará las señales del aparato de la primera víctima y se centrará a localizar a la segunda víctima. Y así sucesivamente con todos los sepultados por la avalancha.

Sondaje y excavación

Rocías comenta que, estadísticamente, «un 30% del tiempo lo gastaremos con el DVA, un 20% con el sondaje y un 50% con la pala». Una vez que el DVA ha dado la lectura más baja, lo que se tiene que hacer es desplegar la sonda. «Estas varas miden mínimo 2,40 metros y tienen una marca cada 30 centímetros», indica el profesional. Para afinar más la localización de la víctima, la persona tiene que coger la sonda con las dos manos clavarla en el suelo, a la altura de sus pies. «Se tiene que sondear con un protocolo que se llama espiral cuadrado, que consiste a hacer sondeos cada 25 centímetros (un pie) siguiendo la forma de un espiral», apunta el guía.

Protocol de sondatge en espiral (Imatge: Centre Excursionista Tarragona)

A continuación, una vez dado como bueno el sondaje, toca excavar. «Lo que haría es colocarme en una distancia de separación (longitud de la pala) entre la sonda y el lugar donde empezaré a excavar», apunta el guía de montaña. Para sacar a la persona en bloque, puesto que podría presentar politraumas, se tiene que hacer un cajón al menos de «40 centímetros de profundidad y 1,20 metros de anchura», dice el experto.

Excavación eficiente con uno o dos paleadores (Imagen: Centre Excursionista Tarragona)

Por último, como que la parte de excavación «es muy exigente», puesto que la nieve una vez ha pasado la avalancha se endurece, lo que tienen que hacer los integrantes del grupo es rotar cada pocas paladas. «Quién excava y está tan cerca de la víctima sufre fatiga muy rápido, por eso lo que se tiene que hacer es cuatro paladas y rotar con un compañero», apunta el profesional. «La acción de rescate finaliza cuando a la víctima le libero las vías aéreas«, describe el guía de montaña. «A partir de aquí, se pueden dar muchos escenarios posibles, como que tenga hipotermia o esté muy herido, pero al menos ya no estará sepultada bajo la nieve», concluye Rocías.


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